domingo, 10 de octubre de 2010

Cómo ser un buen médico


Educación Médica: Lo que no siempre se enseña.
Una rutina que he adquirido en los últimos años es dar a mis alumnos un poco de ese algo más que muchas veces no está en los libros. La medicina es una vocación y un arte, es un medio para ayudar a los demás a través de una disciplina donde no sólo la ciencia es importante sino la capacidad de poder comunicarse empáticamente con otro ser humano. Dentro de esa perspectiva suelo darles a mis alumnos cinco consejos.
El primer consejo es el de aprender siempre. El que desea ser un buen médico debe tener eso presente, nunca dejar de aprender. Aprender es una tarea que nunca acaba. Para aprender necesitan cuatro cosas: escuchar, entender lo escuchado (va con un poco de memoria sobre lo importante), practicarlo y finalmente enseñarlo. Sólo hemos aprendido algo bien si es que somos capaces de enseñarlo después de haberlo llevado a la práctica. Pero no sólo se trata de aprender nuevos conocimientos o destrezas sino de aprender a comunicarse empáticamente con los pacientes. Son ellos muchas veces quienes más nos enseñan.
El segundo consejo es que uno debe tener siempre la mente abierta y recordar que la certeza no siempre existe en medicina. "Uno más uno" no siempre es igual a dos para el médico. En la mayoría de situaciones "uno más uno es dos" (allí está la ciencia) pero a veces los resultados nos enseñan que lo inusual puede ocurrir y que lo usual puede darse también en forma inusual. Allí está el arte de la medicina: en saber cuando "uno más uno no es dos". A veces mis pacientes me dicen que esperan que les de una respuesta concreta a un problema, pero trato siempre de explicarles que voy a hacer lo mejor posible por llegar a esa respuesta si es que la hay, lo cual no siempre ocurre en medicina.
El tercer consejo tiene que ver con los dos anteriores: saber decir no lo sé. La medicina es tan amplia que es imposible saberlo todo. El día en que uno piensa que lo sabe todo debe preocuparse, así como debemos dudar siempre de quien piensa que lo sabe todo. Si uno no sabe, debe aprender a buscar la información, leer e investigar, preguntar a quienes tienen más experiencia, siempre consciente de que hay un grado de incertidumbre en la práctica médica.
El cuarto consejo es algo así como un examen de conciencia. Preguntarse ¿Qué he aprendido hoy? Y no sólo en cuanto a conocimiento médico, sino como ser humano. Cada encuentro con un paciente es una oportunidad de aprendizaje a todo nivel, sobre todo a nivel humano.
El quinto y último consejo es recordarles a mis alumnos que si bien la medicina es una apasionante disciplina, una maravillosa vocación, es tan sólo un medio y no un fin en si misma. Esto nos obliga a recordar que somos personas con sueños, necesidades, afectos, y por lo tanto debemos darnos tiempo para lo importante: nuestra formación como seres humanos (se hace últimamente mucho énfasis en la espiritualidad), nuestros seres queridos, nuestros espacios para otras cosas no relacionadas a la medicina.
Hemos escuchado muchas veces que "El que sólo sabe de medicina nada sabe" y ante esto no debemos olvidar de cultivar nuestro espíritu. No basta tener inteligencia emocional o destrezas para la comunicación o curiosidad crítica, es necesario entender que la vida para ser plena requiere de tener un significado, un sentido de trascendencia, sentido de conexión/comunicación (con los demás y la naturaleza) y vivir los valores (como el amor, la compasión, la justicia)(10).
Hay cosas que no se enseñan pues no están en los libros. Aprendamos a vivirlas para luego poder enseñarlas, que es así como se aprenden mejor las cosas.
 Extraído de un artículo de la Revista Médica Herediana, publicado por Luis Manuel Valdez Fernández Baca

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